Exposición a la luz solar: ¿qué es la radiación ultravioleta y como evitar sus daños?
Por sí solo, el sol representa alrededor del 98,6% de la masa del Sistema Solar.
La distancia media del Sol a la Tierra es de aproximadamente 149.600.000 kilómetros o 92.960.000 en su equivalente en millas, y su luz recorre esta distancia en 8 minutos y 19 segundos.
La luz emitida por el sol, aunque es vital para los seres vivos, se ha asociado también a diversas enfermedades de la piel como cáncer, quemaduras solares, enfermedades por sensibilidad o alergia, entre otras.
La luz ultravioleta es un tipo de radiación que hace parte de los rayos solares y es de especial interés en dermatología, ya que hay múltiples desórdenes de la piel que son agravados o producidos por estas longitudes de onda.
La luz ultravioleta tipo B (UV-B) se filtra en un 90%, es decir, un 10% de esta luz puede llegar a estar en contacto con nosotros. La luz tipo UV-A solo se filtra el 5% y es así como el 95% alcanza la radiación de la tierra. La radiación tipo UV-C es filtrada totalmente por la atmósfera y no alcanza a llegar a la tierra (si la radiación UVC llegara a nuestra piel, tendría un efecto importante en DNA con altísimo potencial de daño de las células).
De los diferentes tipos de luz ultravioleta, los rayos de tipo UV-B son las longitudes de onda más activas, es decir, que son las que más producen daño. Éste está mediado por la absorción directa del DNA, el cual es muy importante ya que contiene las instrucciones genéticas usadas en el desarrollo y funcionamiento de todos los organismos vivos.
Hay varias formas de disminuir la exposición a la radiación ultravioleta:
1.Evitar las horas de exposición directa al sol donde puede haber mayor intensidad de la radiación ultravioleta. Esta intensidad depende de la inclinación con la que inciden los rayos solares sobre la superficie terrestre. En general, la recomendación es que se debe evitar la exposición directa al sol, entre las diez de la mañana y las cuatro de la tarde.
2. Uso de ropa. Un dato importante es que depende del tipo de tejido y el color que usemos en nuestro vestuario, podemos protegernos un poco más, o menos, por ejemplo, protegen más el poliéster y los colores oscuros. Los tejidos de algodón son muy pobres para la protección.
3. El uso regular de un sombrero de ala de 10 cm podría reducir el riesgo de cáncer de piel en un 40%, esto se traduce en que idealmente el sombreo debe ser de ala ancha.
4. Uso de gafas. La transmitancia lumínica significa la cantidad de luz visible que pasa por el lente. Hay 5 categorías de 0 a 4, por ejemplo, la categoría 4 se usa cuando estamos expuestos a luz solar muy fuerte, no es adecuada para conducir y su transmitancia es entre el 3 y el 8%. Las Categorías 0 y 1 no se consideran gafas de sol. Las gafas ideales deben cubrir todo el ojo.
4. Uso de protector solar. Es importante conocer el tipo de protección que tiene éste, tanto para la luz UV- B como UV-A. El SPF (por sus siglas en inglés: Sun Protection Factor) es la medida de laboratorio de la eficacia con la cual un protector solar resguardará nuestra piel. Ésta debe encontrarse de forma específica en el protector solar que usemos. Entre más alto es el SPF, mayor protección estará ofreciendo el protector solar en contra de los rayos UV-B, pero debemos aclarar que entre un SPF 50 y un SPF100, es hay estadísticas relevantes en cuanto a su protección, a menos que sea un paciente con alto riesgo de padecer cáncer de piel.
En los días de exposición directa y constante al sol, debemos aplicar el protector solar 2 horas antes de la exposición, y la replicación debe ser cada 2 horas. La cantidad de aplicación debe ser de 2 mg/cm2 (una cucharada tintera para cara y cuello).